El nombre del tema "El oro, el fuego y la horca" procede
del protomédico Giovanni Filippo Ingrassia al referirse a las
medidas que toma el poder civil para la erradicación de la peste.
El fuego servía para la desinfección y combustión de sustancias
infectas a través de la fumigación de sustancias aromáticas.
Para hacer frente a la enfermedad se
van a llevar a cabo una serie de medidas administrativas, reactivas y
defensivas. Este abanico de actuaciones se va a desplegar en dos
fases: la primera es la acción preventiva para evitar así la
posible recepción del mal, esto está relacionado con la mentalidad
sobre la enfermedad,
se consideraba esta como una realidad potencialmente resultante de
las malas condiciones higiénicas, vemos así el desarrollo de una
legislación en lo referente a la limpieza de las calles, una mayor
vigilancia de oficios como matarifes o curtidores que podían
incrementar en mayor medida la suciedad urbana etc. La segunda fase
era evitar que la enfermedad llegara desde lugares previamente
contagiados. Muchas ciudades
van a enviar observadores a otros
pueblos para cerciorarse de
la realidad sanitaria sobre el terreno, esto en ocasiones se llevaba
a cabo de forma secreta. En relación a esto podemos observar la
proliferación de prácticas fraudulentas como los intentos de
sobornos de los pueblos a estos sanitarios para que redactaran un
informe favorable por miedo a que se levantaran cordones sanitarios
sobre ellos, lo que produciria un aislamiento de estas poblaciones
con las consecuencias
funestas surgirían. Todo
este clima de alerta produjo que en las entradas de las ciudades se
colocaran
sanitarios para controlar el acceso de las personas. Las más
expuestas en ese sentido eran las ciudades marítimas por el tráfico
comercial que se va a desarrollar en ellas, si se tenían dudas sobre
la procedencia del barco y las características de su carga se le
podía denegar el acceso al puerto.
Si a pesar de todo lo dicho
anteriormente la enfermedad penetraba en la ciudad las autoridades
llevaban a cabo labores de asistencia, limpieza y aislamiento de los
enfermos.
En referencia a los sanitarios de la ciudad, algunos de ellos huían
por temor al contagio, esto obligaba a las autoridades de la ciudad a
contratar médicos del exterior con la promesa de un salario
importante y oficios futuros en la ciudad, estos sufrían un alto
riesgo de contagio puesto que estaban obligados a visitar a los
enfermos en sus viviendas particulares o en los hospitales.
Una vez se producía el contagio de una persona se procedía a su
aislamiento en la vivienda con el sellado de esta, en la puerta se
solía colocar un distintivo de color rojo en forma de cruz para
advertir a los vecinos.
Al iniciarse los contagios se llevaban a cabo matanzas generalizadas
de perros y gatos porque se les consideraba responsables de la
enfermedad.
En cuanto a los objetos expuestos a la epidemia se procedía de dos
formas: desinfección o desintegración del objeto mediante el uso
del fuego. El uso del fuego se llevaba a cabo mayoritariamente en los
objetos de escasa cuantía y antiguos, esta medida suponía un
problema grave para las clases populares puesto que en muchas
ocasiones estos objetos eran lo único que tenían y podían legar a
sus hijos una vez muertos.
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