El triunfo de la muerte

El triunfo de la muerte

lunes, 8 de diciembre de 2014

Consideraciones y naturaleza de las causas de las enfermedades

En un principio, las enfermedades se consideraban pecados que afectaban al alma de las personas, lo cual se traducía en daños del propio cuerpo. Por ello una de las primeras acciones tras la pérdida de salud por parte de un enfermo consistía en la puesta en conocimiento de la situación del individuo afectado a un sacerdote que atendiese a la situación y ayudase en lo posible; tras ello, el siguiente paso sería advertir a un médico o encargado sanitario. Es por ello que la confesión y la comunión eran las medicinas más empleadas en la época, considerando que el recibir a Dios era la cura para las enfermedades.
Así pues y siguiendo esta línea marcada, se consideraría que los males del alma eran ocasionados inicialmente por el Diablo, que corrompía a los individuos y les causaba estos males. Aquí llegaría a entrar en juego el exorcismo y el deseo de escapar del dominio demoníaco. Según avanzaba la sociedad se extendió la premisa de que, una enfermedad podía llegar a transmitirse por el aire o por aguas corrompidas que a su vez contaminaban todo aquello con lo que estuviera en contacto.
Estos aspectos seguían vigentes en la sociedad española de comienzos de la era moderna y especialmente en núcleos eclesiásticos y de gran tradición religiosa. Sin embargo se dan lugar a su vez a círculos menos sacralizados en los que las enfermedades se basaban en un trasfondo confuso que unía magia, remedios naturales y costumbres transmitidas de generación en generación. Dentro de estas costumbres destaca el empleo de medicinas como hierbas o productos animales, y remedios en forma de ungüentos, cocciones o baños entre otros tipos.
Se pensaba que el origen de las enfermedades venía dado por perturbaciones del equilibrio corporal, ocasionadas se suponía por la alta exposición a los cambios de temperatura, la humedad, las corrientes de aire; e incluso por el estado de los sentimientos del individuo o los excesos de comida y bebida. Cabría destacar a su vez la fuerte creencia de la acción de espíritus malignos y hechizos o males de ojo.

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