El triunfo de la muerte

El triunfo de la muerte

martes, 9 de diciembre de 2014

Infraestructuras y orden sanitario

Como ya se ha comentado anteriormente, la creencia que aseguraba la infección de enfermedades por el aire o el agua era compartida por toda la comunidad, fuera cual fuera el nivel social o el cargo que se desempeñara. Esto supuso una preocupación por la insalubridad de las zonas y viviendas, especialmente en aquellas zonas dónde el ascenso demográfico era mayor.

Las infraestructuras higiénicas eran insuficientes: la pureza del abastecimiento de agua no siempre era asegurada, el alcantarillado era muy imperfecto y los servicios dedicados específicamente a la limpieza nulos, la pavimentación era escasa y deteriorada de manera que en tiempos de lluvia se ocasionaban barrizales; además de ello, se dieron lugar a pozos negros, montones de estiércol por las calles y desperdicios en la vía pública; una serie de problemas de muy difícil solución en su momento. Es preciso destacar la presencia de residuos de actividades artesanales y de manufacturas, como por ejemplo de las curtidurías, las carnicerías o las pescaderías. A ello se le unían cementerios mal localizados y descuidados, que se convertían en focos permanentes de enfermedad y putrefacción. En este aspecto se nombra también a los hospitales, cuyos residuos localizados en las cercanías suponían paradójicamente motivos de infección y contagio.

Los regidores municipales serían los encargados de solventar este problema, pero no ponían demasiado empeño en la labor; sin embargo, la mayor razón que impedía mejorar la situación sería la poca disponibilidad del vecindario a cambiar sus costumbres malsanas, junto a la escasez de recursos y fondos económicos necesarios para llevar a cabo los cambios y reformas contra la insalubridad.

Este panorama, pese a parecer exagerado, es el descrito en las fuentes consultadas de la época y monografías sobre las localidades españolas de la edad Moderna.

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