Con
la consolidación del proceso de conquista del Nuevo Mundo un grupo
cada vez mayor de población va a aventurarse a cruzar el oceano
huyendo de las epidemias, el hambre o el miedo a las levas forzas y
persecuciones inquisitoriales. Entre los grupos de población podemos
destacar a los artesanos urbanos, los pequeños propietarios rurales,
pequeños hidalgos y religiosos.
Para los aborígenes las enfermedades más letales eran tres:
sarampión, viruela y tifus.
En
cuanto al sarampión es
en extremo una enfermedad
muy contagiosa, tras un periodo de 10 a 12 días se origina un cuadro
febril, malestar general o dolor de cabeza. El origen pudo estar en
la ciudad de Sevilla. Fray
Toribio de Molotinía fija su introducción en el continente en 1531,
posteriormente se fue propagando por los diversos
territorios.
La
viruela que se introdujo entre diciembre de 1518 o enero de 1519 es
la que va a suponer un elemento fundamental en el proceso de
conquista por parte de los españoles, algunos autores afirman que en
dicho proceso la viruela fue incluso más importante que la pólvora.
Esta
era una enfermedad infecciosa muy contagiosa. Tenía un periodo de
incubación de unos 12 días en los cuales no se manifestaba signo
externo de la enfermedad pero
esta podía ser contagiada, a
partir de entonces
aparecía un malestar general con fiebre que duraba de 4 a 6 días,
entonces descendía con la aparición de los exantemas. Mortalidad
muy elevada dependiendo de la variedad de la enfermedad. No solo
suponía un importante problema por los
elevados índices de mortalidad
que registraba sino también porque afectaba a órganos importantes
del cuerpo humano provocando entre los varones impotencia por
ejemplo.
Estas
enfermedades afectaron de manera notable a las poblaciones indígenas
por la falta de una inmunización adquirida a causa del
desconocimiento en este tipo
de sociedades de medidas de
protección. Un
elemento que podemos destacar es que los indígenas no concebían el
proceso de cuarentena tal y como lo entendían los europeos, para
ellos
esta práctica era
culturalmente repugnante y se sentían en la obligación de visitar a
los enfermos con las
consecuencias funestas que esto provocaba.
En referencia a los remedios
indicados para atajar la enfermedad podemos citar
la recomendación del consumo de azúcar, aceite, miel, uvas y
carnes. También se recomendaron las sangrías.
La
viruela y el sarampión como señala Montesinos en su Anales
del Perú tuvieron una gran
influencia en Cuzco. Casi todos los indicios muestran a Cartagena
como el foco de la infección.
Relacionado
con la enfermedad se produjo el despojo de las tierras cultivables a
los indígenas. Los nuevos hacendados blancos aprovecharon la
circunstancia del abandono de las tierras entre los indígenas por
miedo a la enfermedad para apropiarse de estas, de esta forma los
antiguos propietarios perdían la posibilidad de cultivar alimentos
básicos con las
consecuencias negativas que esto producía en sus cuerpos débiles.
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